El envejecimiento es un fenómeno biológico complejo de gran importancia.
En el mundo occidental la mejora en la sanidad, el cambio del estilo de vida y la higiene han aumentado enormemente la esperanza de vida media.
La fragilidad, es un declive progresivo de funciones fisiológicas en el organismo de una persona. Se define como un estado de mayor vulnerabilidad al estrés, lo que conlleva un aumento del riesgo de dependencia, deterioro funcional, hospitalización y mortalidad en personas mayores.
La fragilidad no tiene por qué ser sinónimo de comorbilidad, pero muchos adultos frágiles padecen múltiples patologías crónicas como insuficiencia cardiaca, diabetes mellitus, osteoporosis, enfermedades pulmonares o insuficiencia renal. Además, tienen más tendencia a sufrir desnutrición debido a numerosas razones: problemas dentarios, disminución de apetito, depresión, demencia, falta de recursos…
La desnutrición y la pérdida de peso se asocian a pacientes mayores y habitualmente están infradiagnosticadas.
El tratamiento de la desnutrición y la pérdida de peso puede llevar a mejorar el estado de fragilidad, así como el desarrollo de las posibles patologías concomitantes y aumentar la esperanza de vida.